Albert Pla

Albert Pla

Estilo: Cantautores


Próximos conciertos de Albert Pla

Albert Pla

Músico, actor, dramaturgo, performer, payaso, guasón, irreverente, transgresor, infantiloide, inocente y perverso. Todo eso y mucho más es Albert Plá, un artista único que suelta verdades como lo haría un niño, como cuchillos afilados y certeros que dan en la diana. Con esa mezcla de ingenuidad y temeridad tan poco apropiada para los tiempos de corrección política que nos ha tocado vivir, y en los que siempre hay alguien dispuesto a encontrar la aguja en el pajar para sentirse ofendido. Ajeno e inmune a los prejuicios de los bienpensantes, al catalán le dejan de interesar las controversias en cuanto traspasan la frontera del libre pensamiento y se convierten en armas arrojadizas del pensamiento único.

Albert Pla i Álvarez, que cumplió 30 años en la música en 2022, abandonó su rutinario trabajo de patronista textil cuando ganó la Muestra de Canción de Autor de Jaén, galardón que le permitió grabar su primer disco en catalán ‘Ho sento molt’ en 1989. Ya en 1992 editó su primer trabajo en castellano con la multinacional BMG, ‘No sólo de rumba vive el hombre’, que amasó una considerable colección de premios abriéndole el mercado hispanoamericano también.

Ha colaborado con Manolo Kabezabolo, Roble Iniesta, Fermín Muguruza, Quimi Portet, Estopa y Kiko Veneno…recordado también a Oriol Tranvía (con quien actuó en ‘Caracuero’), Pau Riba y Jaume Sisa. Ha actuado en películas como ‘Airbag’, de Bajo Ulloa, ‘A los que aman’, de Isabel Coixet, y ‘Honor de caballería’, de Albert Serra, y sus canciones han sonado también en las películas de Segura y Pedro Almodóvar. Todo un revulsivo contra la indiferencia.

Sus canciones cuentan historias trágicas y delirantes, cotidianas y sorpredentes, delicadas y brutales,crudas y surreales en las cuales el verdugo es también víctima, la calma se transforma en tormenta, la comedia convive con la tragedia y la serenidad desemboca en el desenfreno.Todo para hacer evidente la estrecha línea que separa el bien del mal, el blanco del negro, el positivo y el negativo.

En 2018 regresa a los escenarios solo, pero vestido de fantasía en tamaño XXL con 'Miedo'. Un texto que propone un viaje íntimo por todas las etapas del hombre, desde la infancia hasta más allá de la vida terrena, cargado de sensaciones, emociones y sentimientos nacidos del fantasma que habita en nuestra mente. En esta pieza de teatro musical, concierto o recital teatralizado, se invita a realizar un repaso plagado de ironía por los temores humanos cotidianos tales como el miedo a uno mismo o el temor a la muerte.

Esta obra unipersonal estaba dirigida por su habitual Pepe Miravete y cuenta con música suya y del ubicuo Raül Refree. El extraordinario trabajo visual con el que interactúa Pla lleva la firma del estudio Nueveojos y el equipo argentino Mondongo.

En su anterior gira 'A pleno Pulmón', también se subía al escenario solo, en estado puro, con esa fuerza que tiene para convertir cualquier platea en un escenario donde teatralizar sus canciones y conseguir un espectáculo de una poética inusual devastadora y electrizante.

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¡Cómo mola ser una estrella del rock!

Crítica de la gira A pleno pulmón en koboonga.com - 5 de diciembre de 2015. Por Dimas PL

Es curioso como se te puede pintar una sonrisa al salir de la patética franquicia de hamburguesas en la que curras. Ahora entiendo al payaso de Ronald McDonald. Entiéndase “payaso” de forma peyorativa. Koboonga había conseguido para mí, no solo un pase de prensa, ¡Sino dos!, cosa que me venía muy bien para invitar a la primera chavala que se me presentara camino del bus o a mi hermano, por ejemplo, que cumplía años, y tacaño de mí, aún no le había comprado nada.

Así que ahí nos fuimos los dos, bueno, tres, se sumó mi compi de piso, verdadero fanático del artista y coleguilla de andanzas. A mi hermano, que es el que puede se permitir la cámara de fotografiar más cara, lo puse de fotógrafo, y al fanático, bueno, al fanático, lo puse a apuntar los nombres de las canciones de Pla que fueran sonando.

A ver, se entiende, yo conozco a Albert de mi etapa de discos piratas. Me apasiona, pero no me sé el título de muchos de sus discos y canciones. Sin embargo, mi compi de piso, el fanático, ese se masturba con él de fondo, y se las sabe todas. «Cuando creas que no recuerdas bien el título transcribes un trozo de letra que entiendas y arreando», le dije para que no se pusiera nervioso. Es que consiguió que lo pusieran junto a nosotros en la zona de prensa y se tomó muy a pecho sus funciones.

Esta gira de Albert Pla llevaba por nombre “A pleno pulmón”, lo sé porque me llevé un par de póster a casa cuando acabó el concierto. En esta ocasión, el nombre no hace referencia a su último disco de estudio en solitario “La diferencia”. Más bien quizá a la foto promocional, él paseando con su guitarra en bicicleta a través del fondo de una piscina a rebosar.

La sala Galileo, en el barrio de Moncloa, es uno de los mentideros de músicos, humoristas, magos y artistas de toda índole, más famosos de la capital. Un poco cara para mi gusto. Cinco pavos te cuesta la cerveza más barata, incluida la Mixta, que ni es cerveza, ni es nada. Y claro, pagarlos los tienes que pagar, porque allí te sientas si o si. Te sientan, si has reservado, o te sientas, si no, y un camarero viejote te pasa por delante amenazándote con un «¿Qué desea tomar el caballero?».

Al menos te ponen “pasto seco”, que se diría en mi pueblo. Cacahuetes, galletitas saladas, kikos… Cosas con las que pensarte si “El caballero” pedirá otra y podrá ver el concierto algo entonado (con Albert Pla, si no hay droga dura, es lo mínimo) o si, por lo contrario, se quedará seco, relamiendo la sal del platito de almendras tostadas y rezando por que no vuelva a pasarse el camarero a preguntar.

La sala tardó en llenarse, pero lo hizo. El ambiente era algo selecto para un cantautor prácticamente punky. Albert Pla es solo un punky exhibicionista más, pero con un ácido sentido del humor y mucho vocabulario.
En el escenario solo había un sofá bajo unas luces tenues, yo me impacientaba, comía kikos, y me preguntaba dónde estaría el resto de la banda, su grupo de punkys exhibicicionistas. Al que no pareció importarle el hecho de que no hubiera una batería chunga y unas cuantas guitarras en el escenario fue a Quequé, humorista de sobra conocido que pasó delante de mí justo antes de empezar el concierto.

Comenzó la música, mejor dicho el ruido, un ruido como de guitarra eléctrica mal acoplada, que rodeaba al artista en el escenario. Él se preguntaba qué pasaba. Cuando el público escuchó este sonido tan de banda novata, durante lo que parecieron unos largos minutos, comenzaron a inquietarse, a recular en sus sillas. Todo era un juego de Albert. Quería molestarlos con esta rara perfomance. Luego golpeó su amplificador con una sonrisa en la boca, puso un poco de humo para ambientar desde el pequeño mando a distancia que el mismo regulaba y comenzó la esperada actuación.

El tema con el que abrió es una nueva en su repertorio. No hace mucho, con esa misma canción respondería la pregunta de Javier Gallego en Carne Cruda de cuál sería la canción que tocaría en una manifestación en contra del gobierno. He de decir que no puede venir más a cuento con la actualidad este título, «Están cayendo bombas en Madrid». Una ucronía sobre un aviso del Ejercito de protección civil sobre la inminente caída de explosivos en la capital. 

El concierto continuó con una de esas canciones suyas que parecen un monólogo, entre lo poético y lo humorístico, totalmente improvisado. Ya lo advirtió antes de comenzarla «¿No habéis sentido alguna vez una cosa, que no sabes qué es, ni cómo te hace sentir, pero como que te notas vacío?. Pues yo lo estoy, vacío, literalmente».

Ya sonaba la historia de “Corazón” ese tema en el que Albert persigue a su músculo cardiaco en una divertida aventura en busca de su igual. La letra y sus pequeñas improvisaciones en ella desvarió tanto que acabó gritando “¡Abajo el clero!, ¡Abajo el clero!” La emoción fue tanta que toda la sala siguió la consigna y Albert solo pudo reírse de lo que había provocado y suspirar “Cómo mola ser una estrella del rock”.

Mi equipo periodístico y yo ya íbamos por la segunda caña cuando las canciones con las que más saca a relucir su extraña jeta saltaron a la plaza. Hits con los que saca toda su rabia y histrionismo, con los que incluso gesticula violentamente y grita. “Mujer mala”, que habla sobre la distopía a la que toda relación de pareja se ve abocada, por mucho amor que rezume en ella al principio.

“Viva el amor” que, pese a su sonoro título, va del asesinato de una persona a punta de navaja y lo que te pone de cachondo eso. “Bomba azul”, que narra las mil y una maneras que hay de fabricar tu propia bomba casera si le pones imaginación. El cantautor preguntó al final de ésta, «¿Os habéis dado cuenta de que todo con lo que acaba en ‘-ina’, flipas y todo lo que acaba en ‘onio’, explota»?.

A estas alturas yo ya empezaba a impacientarme por mis canciones preferidas, no llegaban, “Insolación”, “Mi primer amor”, “Los hongos”. Nunca llegarían, pese a que la última fuera de su más reciente disco. Entonces vinieron otras grandes como “Teófilo Garrido” y “La Colilla”. Largas canciones que se te hacían sumamente cortas por su letra, tan divertida como reivindicativa, y por el acompañamiento de un público eufórico.

Entonces fue cuando se apagaron las luces y Albert cogió uno de sus estrambóticos fetiches para los conciertos, una linterna que solo alumbra su fea cara, resaltando su enorme nariz. El artista comenzó a pasearse por la sala, guitarra en mano, tocando algunos de sus mejores temas. Éstos fueron interrumpidos por un interludio sin música, en el que él soltaba su monólogo políticohimizida sobre lo que haría con los jefes del estado. Este mismo monólogo, que no tiene desperdicio, se puede ver también en la mediocre “Murieron por encima de sus posibilidades”, una peli española totalmente superada por estos minutos de disertación de Albert.

Con las luces todavía apagadas se pudo escuchar, al fin, una de las canciones que el público estaba esperando durante toda la noche, la tonada que llevó a Albert a las radios por aquel tiempo, su particular versión de Lou Reed, “El lado más bestia de la vida”. Hasta una corista improvisada salió a mis espaldas para acompañar el estribillo en voz alta. He decir que no es de mis canciones favoritas pero que enseguida me sumé a cantarla junto al resto, a viva voz.

Hubieron bises metódicos, su “Bar de la esquina”, por supuesto, pero mis grandes temas nunca llegaron. Anyway, mi hermano se había dado por satisfecho con su regalo, mi compi de piso con su nuevo oficio de periodista y yo con las risas que me había echado. En seguida fui a apartar grupies de Quequé para hacerme yo una foto con él. «Le han faltado un par de temas guapos», le dije mientras sus grandes y varoniles brazos me estrechaban, «Lo sé, lo sé», me respondió.


Albert Pla viene al mundo en Sabadell (Barna, Catalunya) en Septiembre de 1966. A los 22 años resulta ganador del premio a Mejor Intérprete y Canción de la IV Muestra de Canción de Autor de Jaén, lo cual le dio pie a grabar su primer disco “Ho sento molt” (1989), sencillo, preciosista y ya cabrón, cantado en catalán y al que siguió por senda similar “Aquí s´acaba el que es donava” (1990), un segundo lanzamiento que pasa absolutamente desapercibido y que decide a Albert a romper con el sello (PDI), responsable de esas dos referencias. Con estos dos primeros trabajos cantados en catalán actuó muy poco fuera del ámbito de su tierra, amen de alguna puntual escapada a Madrid. De todas formas en Cataluña se hace notar y obtiene el Premio Nacional de Música de la Generalitat. Desde sus inicios se establece un idilio entre Pla y las cámaras: el videoclip “La Nana del I’Antonio” representa a TVE en el Festival de Televisiones Regionales en Linz (Austria) en 1990.

En 1992 editó con la multinacional BMG “No solo de rumba vive el hombre”, primer álbum cantado en castellano, un disco repleto de relatos tragicómicos e irreverentes a ritmo de rumba venenosa. Este disco es un trabajo capital en su carrera y le pone en el mapa estelar de los perros verdes, una obra que con los años se ha convertido en piedra angular para poder entender la canción de autor en su más retorcido, dulce e inteligente concepto. Se lleva un prestigioso Premio ICARO del Diario 16 a Nuevo Intérprete y es escogido Disco Nacional por la puntillosa connossieur Rock De Lux. Intentó la aventura de ponerse al frente de una banda grande, pero el experimento no funcionó y Albert decidió hacérselo solo, en un imaginativo ejercicio de yo me lo guiso-yo-me-lo-como donde menos es más, con el que se hinchó a tocar en gaztetxes de Euskadi, producciones que realzaron el papel sardónico, histriónico y tierno, que representa el personaje de Albert encima de un escenario.

Su pasión por el mundo de la interpretación le lleva a montar el espectáculo músico-teatral “Fonollosa”, que se sustenta sobre textos del escritor catalán Jose María Fonollosa, fallecido en 1992. También continúa su flirteo con el cine: incluye dos canciones en la BSO de “Mi Hermano Del Alma” (1993) de Mariano Barroso y colabora con Extremoduro en “El Día De La Bestia” canción de la BSO de la citada película de Alex De La Iglesia. Hay que reseñar que el flechazo entre Robe Iniesta y Albert Pla fue instantáneo y ha dado de sí para varias colaboraciones mutuas en sucesivos discos de ambos. Por fin en 1995 sale su cuarto disco “Supone Fonollosa” (BMG/ARIOLA), que contiene las canciones que aparecían en el espectáculo del mismo nombre: música para unos turbadores textos ajenos que él hace propios y a los que dota de un intrigante halo de candidez y crueldad.

En 1996 estrena la obra de teatro “Caracuero”, un mano a mano con Mari Sol Galdón dirigido por Pepe Miravete que dio más de 150 representaciones y que enseñó a Albert lo que son los rigores de un montaje puramente teatral. En Mayo de 1997 se estrena la popularísima “Airbag” de Juanma Bajo Ulloa, película que cuenta con la presencia de un Albert metido a cura cantando el “Soy Rebelde” de Jeanette, probablemente su incursión más conocida en el cine. Ese año Pedro Almodóvar incluye la canción “Sufre Como Yo” en la BSO de “Carne Trémula”; además rueda el corto “Eureka” de Salvador Perpigná, hace un pequeño papel en la película “A Los Que Aman” de Isabel Coixet y el director David Trueba edita en dvd el rodaje que hizo de “Supone Fonollosa” además de llevarse el premio a Mejor Videoclip por “El lao más bestia de la vida”, la plasiana revisión del clásico de Lou Reed “Walk on the Wild Side”.

Su quinto trabajo es el tremendo e irreverente “Veintegenarios en Alburquerque” (BMG,1997), un proyecto que llevaba un tiempo pensado pero que se había atascado en la compañía discográfica por el contenido de-juzgado-de-lo-penal de algunas de las letras. El álbum es otra de las piezas fundamentales de su discografía y contiene rotundas y cómplices colaboraciones de Fermín Muguruza, Robe Iniesta y Manolo Kabezabolo.

Hasta el 2002 no hay nuevo lanzamiento, el disco de nanas “¿Anem al llit?” (BMG), en catalán, con música sedosa y la dulcificada inocencia de un muñeco diabólico. Para esta ocasión el autor decidió grabar de manera casi artesanal, encargándose él mismo de todo. Al año siguiente llega el oxido de chuta y navaja que conforma el doble “Canciones de amor y droga (y un regalito pa’ España)” (BMG, 2003), donde pone música a los escalofriantes poemas y cantinelas de Pep Salés (pintor, poeta y compositor catalán, fallecido en 1994), con un disco cantado en catalán y otro en castellano. El trabajo tuvo su consecuente representación escénica, “Canciones de amor y de droga” un espectáculo de sobrecogedoras miserias de yonki, en el que Albert contó con la colaboración de la multi-artista Judith Farrés, persona que le acompañará a partir de ese momento en todas sus maquinaciones.

De nuevo frente a la cámara Albert aparece en “De niños” (2004) película documental del recientemente fallecido Joaquín Jordá, que es a la postre el trabajo cinematográfico que más satisfacción le ha dado; también hace un cameo en “Honor de caballería” (2006) de Albert Serra, presentada en el Festival de Cannes. Para culminar su relación con el cine Albert y Judith se atreven con su propio film, el low-fi “El malo de la película” (2006) –estrenada en el Festival Grec de Barcelona-, una idea original que durante dos años ha sido también esperpéntico espectáculo psico-músico-teatral.

Finaliza su relación con el sello discográfico BMG editando el peculiar directo “Vida y milagros” (2006) un grandes éxitos en compañía de músicos tan enormes como Carles Benavent, Jorge Pardo, Tino DiGiraldo y Quimi Portet, un trabajo grabado en vivo en la sala de un estudio para una afortunada treintena de personas y recogido para la ocasión en cd y en dvd. Un broche de oro para cerrar etapa en francachela con unos musicazos que se las cogen al vuelo.

En 2008, estrenando casa discográfica y con más canciones en la cabeza de las que caben en un cd, publica su noveno trabajo “La diferencia” (El Volcan), afilado de ironía y de ternura, provocativo per se, henchido de choteo berraco y humor negro, un trabajo llamado a convertirse en una referencia clásica de su discografía y en el que ha contado entre otros con Quimi Portet, Diego Cortés, Tino di Geraldo y Pascal Comelade.

El espectáculo basado en el disco “La diferencia” presenta a Albert Pla solo en escena, metido en una jaula, rasgando guitarra, quebrando tabúes y controlando además las luces y el sonido.

Su último disco publicado es Somiatruites (con Pascal Comelade, 2011)

Fuente: El Volcán música.

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