Fira Fem

Estilo: Pop-rock/Indie

Fira Fem es un proyecto que surge a finales de 2009 a caballo entre Málaga y Madrid, y aunque no será hasta 2012 cuando publiquen su primer álbum, desde 2010 venían haciendo ruido a base de maquetas cuyo reguero les puso en boca de los más enterados. Trabajos como “Mascot Human Disco” o “Old Man’s Jacket”, ambos del 2010, triunfan por el subsuelo mediante el boca a boca, son elegidos por Mondosonoro entre las mejores demos del año e incluso son publicadas por la netlabel estadounidense Mine, All Mine.
La actividad, sobre todo en directo, se dispara entre 2010 y 2011 y el nombre del grupo se cuela en diversos festivales antes de que el sello malagueño Aloud les publique su álbum de debut, “Aedificatoria” (2012). En ese tiempo el grupo ha evolucionado desde la electrónica menos obvia y el rock experimental hacia una propuesta más ruidosa y maximalista en la onda de bandas como Animal Collective, donde cabe el folk, el tropicalismo, la psicodelia el pop y el electro.
En esa línea fronteriza entre el rock experimental y la electrónica menos etiquetable se sitúa también la continuación, “Fira Fem” (Aloud Music, 2013), un disco que pasa sin vacilación de lo etéreo a lo hedonista aunque siempre con una contundente base rockera de guitarra, bajo y batería.
Después de diversos cambios en la formación, que le hacen a la banda decir que sufren el síndrome del bajista errante, finalmente fichan con Subterfuge y ya como dúo, el que forman Óscar de la Fuente y Manuel Cachero, publican en 2016 “Vida Nueva”, el disco con el que se alinean definitivamente con la electrónica quién sabe si más por necesidad que por sincera vocación.
Según su hoja promocional se trata del disco “más personal y sincero que la formación ha publicado hasta la fecha”. “Por diferentes circunstancias era casi imposible que este disco naciera en otro espacio que no fuera la intimidad de una habitación, donde la labor de producción ha sido realizada y cuidada hasta el más mínimo detalle en todo momento por el propio grupo. La voz de Óscar se mantiene a lo largo de las ocho canciones, filtrándose entre una suerte de neblina acústica, se muestra lo suficiente como para hacernos entender que atrás quedaron la abstracción conceptual y las bromas a costa del rock’n’roll way of life de antaño”.