Muchos piensan que los grupos de adolescentes son la antesala de una estantería llena de juguetes rotos. Y puede que no se equivoquen del todo, porque ejemplos para acreditarlo hay un montón. Pero de esas bandas también surgen de vez en cuando verdaderos artistas capaces de mantener en el tiempo una carrera musical sólida y exitosa. Robbie Williams es un ejemplo claro de eso. Ricky Martin, otro.

Nacido en Puerto Rico en 1971, Ricky Martin comenzó su trayectoria en la década de los ochenta en un grupo llamado Meduno. Allí, la norma era tan cruel como sencilla: al cumplir una edad en la que ya no atraían tanto a los adolescentes, se les reemplazaba por otros. Él sustituyó a Ricky Meléndez en 1984 y, cinco años después, le tocó el turno de marcharse.

Pero para entonces ya era una estrella en el mundo musical hispanoamericano, lo que le permitió iniciar en 1991 una trayectoria en solitario que se ha prolongado por espacio de trece álbumes, el último publicado en 2022 con el nombre de ‘Play’ y difundido por Sony Music Latin.

Ha sido un largo y fructífero periodo. Ricky Martin ha puesto a bailar a medio mundo -y eso no es ninguna metáfora- con canciones como ‘María’ o ‘Livin´ la vida loca’, ha vendido sesenta millones de discos, de ellos siete millones en el mercado latino estadounidense, ha ganado siete premios Grammy, ha participado en programas y films de televisión y, en definitiva, se ha convertido en una estrella por derecho propio, a la que no se le puede achacar que estuviera en el momento justo y en el sitio oportuno. Lo suyo no ha sido flor de un día sino el resultado de muchos años de esfuerzo, trabajo y talento.