Soleá Morente

Cargar con apellidos de alcurnia musical es un arma de doble filo. Por una parte, es innegable que ser hija del cantaor Enrique Morente y de la bailaora Aurora Carbonell es una excelente carta de presentación, algo que abre muchas puertas. Pero, por otra, el nivel de exigencia hacia esa nueva artista va a ser muy alto.

Después de cuatro discos publicados, en una línea mestiza que, partiendo del flamenco, se abre camino hacia otros estilos más próximos al rock, al funk y hasta a la música electrónica, se puede decir que Soleá Morente ha superado esa prueba.

No le han faltado ayudas, eso también es verdad. La granadina ha sabido rodearse de un magnífico elenco de músicos locales –Napoleón Solo o Los Evangelistas, formado por integrantes de Lagartija Nick y Los Planetas- con los que abrieron para Bob Dylan en su concierto en Granada de 2015, y de otros puntos del país –La Bien Querida o La Casa Azul- para desarrollar una carrera alejada de la ortodoxia.

Pese a su acercamiento a texturas más eléctricas, Soleá Morente no ha olvidado sus raíces, y mucho menos a su familia. De hecho, en 2022 presenta en directo su último trabajo discográfico, ‘Aurora y Enrique’ –una clara alusión a sus padres- que presentó en el cierre de la gira, en su Granada natal, junto a sus hermanos Estrella y Kiki Morente. De esa conjunción sólo puede esperarse algo bueno.

Poseedora de una voz no especialmente potente pero sí cálida y cercana, Soleá es, a estas alturas, un exponente de que la mezcla es, las más de las veces, enriquecedora. A lo mejor eso se lo enseñó su padre, pero en cualquier caso, lo importante es que Soleá parece haber tenido siempre claro cómo enfocar su carrera –de manera profética, su primer disco se tituló ‘Tendrá que haber un camino’- y no excluye de esa trayectoria la relación con el cine o la televisión, donde también ha dado sus primeros pasos.

En la tele, por cierto, para presentar junto a Miguel Poveda, cantaor con mayúsculas, el programa ‘Los caminos del flamenco’. Porque Soleá Morente evoluciona, pero no se olvida de cuáles son sus raíces.